sábado, 17 de noviembre de 2007

Historia de Cádiz I

Definir históricamente una ciudad como Cádiz supone sumergirse en el mito y la leyenda. Strabón escribe sobre Cádiz unos mil años después de fundada la ciudad y nos narra las distintas versiones que ya entonces existían sobre su origen, desde las que lo ligaron a los héroes del ciclo troyano, o bien Hércules o los Geryones, hasta la que contaban los propios Gaditanos.

Como tópico inicial resulta interesante considerar a Cádiz "la ciudad más antigua de Occidente", sobre todo porque al preguntarnos qué fue de esta ciudad en sus orígenes y en el transcurso del tiempo, podemos apreciar la continuidad de las actividades económicas que justificaron su fundación, y los elementos de referencia urbana que mantuvieron su significado tanto en el auge como en el declive de la ciudad y que se resumen paisajísticamente en la Bahía. El emporio Gaditano se inscribe en el sistema comercial del pueblo fenicio que durante siglos dominó el comercio mediterráneo y que traspasó la barrera del Estrecho buscando un lugar desde el que explotar las ricas rutas Atlánticas y el mercado Tartésico y/o Turdetano. Se mencionan dos puertos, el de Menestheus (actual Puerto de Santa María) y el de Cádiz; aunque éste se situaba en la zona sur occidental de la isla puede que fuera accesible desde la Bahía, teniendo en cuenta los cambios geológicos y de erosión marina que han transformado el paisaje. Lo importante a destacar aquí es que el centro de la actividad comercial se hallaba en la Bahía y que más de un puerto ofrecía sus servicios al tráfico incesante que allí se desarrollaba.

El éxito de la ciudad deviene sin duda de ser la ciudad de los auténticos dueños del comercio Mediterráneo durante casi un milenio. La insularidad de Cádiz satisfacía las necesidades de los comerciantes fenicios; por un lado la muralla de agua significaba una barrera defensiva de primer orden, y por otra les aseguraba el control de los accesos a la ciudad. Aunque la mayor parte de la población vivía en barcos, la ciudad crecía en la parte Nor-Occidental de la isla proporcionando a sus habitantes una vida ciudadana de calidad. Cádiz resultaba un foco de atracción múltiple aunque lo fundamental era la actividad marinera que ligaba el libre comercio con el monopolio de las rutas Atlánticas. Precisamente los griegos, que buscaban esas rutas, fueron los que mejor información dejaron sobre la ciudad. En los viajes de los griegos pronto aparece el interés científico, el deseo de definir una geografía, una descripción del mundo conocido que prescindiera de los mitos. Cádiz es para ellos un lugar de observación científica. La ciudad se orientaba pues hacia la Bahía. Además existían astilleros donde se construían y reparaban embarcaciones, así como manufacturas de salazón. Todas estas actividades se mantuvieron en la Cádiz romana, pero ahora inscritas en su sistema comercial, que si bien geográficamente coincidía con el Mediterráneo, tenía obligada referencia a la capital Romana y por ello un mercado más amplio. La romanización transforma la estrategia de la ciudad, pues ahora Cádiz aparece como el punto de partida romano para la conquista de Iberia y como cabeza de control institucional de las ciudades del área.

Los historiadores señalan la habilidad de la ciudad para sobrevivir a las guerras púnicas y a la guerra civil romana que se desarrollaron en España y, más aun, salir beneficiada, como corresponde a una ciudad de marcado carácter mercantil. Cádiz reconoció la supremacía Romana en el 205 a. C. aunque los términos de la alianza son desconocidos. La consecuencia es el incremento de su comercio maltrecho desde la invasión cartaginesa en el año 233 a. C. y por ende el incremento de su población. La ciudad absorbió este aumento de población densificando su núcleo y no debió ampliarse mucho hasta la segunda mitad del siglo I a. C. en que se construye una nueva ciudad enfrente de la existente que significaba el primer ensanche planificado de Cádiz. Sin embargo tampoco esta ciudad era muy grande, ya que su perímetro era apenas de 4 Km. y no absorbía a toda la población, que además de vivir en los barcos, ocupaba la tierra firme fronteriza y sobre todo la isla vecina.

Los cambios más importantes se refieren al ámbito de las infraestructuras. Se refuerzan las comunicaciones terrestres y Cádiz se comunica con el resto de la península a través del puente Suazo de origen fenicio. Esta comunicación ya no es un mero acceso a tierra firme sino que significa una integración a un territorio más amplio y a la vez su integración en un sistema político que valoraba sobremanera las comunicaciones terrestres y cuyas finalidades no eran solo exclusivamente comerciales sino de dominio y transformación.

El otro cambio estructural fue la traída de agua a la ciudad a través de un acueducto desde Tempul; significaba acabar con el sistema de cisternas fenicio y establecía nuevas relaciones con el territorio circundante. Con la decadencia de la Cádiz Romana desaparece ese acueducto. Entonces la ciudad volverá al sistema de cisternas y hasta la segunda mitad del siglo XIX no tendrá conducción de agua desde tierra firme. Esta ciudad nueva representa el auge máximo de la Cádiz romana, pero que seguía siendo la ciudad de los gaditanos, expertos navegantes y constructores de barcos, una ciudad rica a causa del comercio y a la que sólo Roma superaba en población.

Ayuntamiento de Cádiz

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